La acción de peregrinar responde claramente a su origen etimológico, del latín peragrare, que significa recorrer tierras. Dante[1] definía al peregrino como el que
“… se dirige a la Casa de Galicia, por estar la sepultura de Santiago, la más alejada de su patria; llámense palmeros, por llevar una palma los que van a ultramar; llámense romeros los que van a Roma.”
Según algunos historiadores, con estas palabras de Dante surge por primera vez la diferenciación entre quienes peregrinan a Santiago de Galicia, Tierra Santa y Roma. Afirmación que no parece exacta, pues en la recopilación legal de Las Partidas, de Alfonso X el Sabio, se decía ya que:
“Romero tanto quiere decir como home que se parte de su tierra et se va a Roma. El peregrino tanto quiere decir como extraño que va a visitar Jerusalem o que anda en pregrinaie a Santiago o a otros santuarios.”
Desde que el hombre existe, ha sentido la necesidad de viajar a determinados lugares considerados sagrados según sus creencias o religión, para rendir culto al Ser Supremo en el que cree, a través del que podría encontrar sentido a su vida. Los seres humanos siempre se han sentido ligados a un Ser Superior en el que reconocen autoridad y al que se sienten íntima e intensamente ligados, según el origen etimológico literal de la palabra religión, del latín religare.
Para Luis García Iglesias[2] la peregrinación es un viaje individual o colectivo hacia un lugar sagrado, realizado con la esperanza de alcanzar un bien concreto, ya sea material o espiritual.
En la Biblia las peregrinaciones son una constante: Abraham peregrinó de Urr a Canaán; patriarcas y profetas se retiraban al desierto para orar y meditar; el pueblo judío emprendió el éxodo en busca de la Tierra Prometida; Jesús peregrinaba a Jerusalén en las fiestas de Pascua, Las Tiendas y Pentecostés. Los tres lugares tradicionales de peregrinación para los cristianos son Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela; añadamos que el cristianismo entiende la existencia como un peregrinaje permanente en busca de Dios.
[1] Vita Nova.
[2] Las peregrinaciones en la antigüedad.