Siempre tuvo el Camino una faceta comercial importante, pues en muchos casos, la peregrinación estaba vinculada al comercio, sobre todo en las peregrinaciones marítimas desde el norte de Europa facilitadas por los buques de la Liga Hanseática.

            En excavaciones realizadas en la Catedral de Santiago se encontraron monedas procedentes de países diversos, que confirman la   afluencia de peregrinos procedentes de diferentes países europeos y la época en que viajaron.

 Los peregrinos hacían donaciones a la Catedral, atendían a sus gastos personales y compraban cerería y artesanía en azabache, plata y estaño:

            Un oficio fundamental en Compostela, y en El Camino, era el de los cambiadores de moneda.  Los cambistas de Santiago estaban agrupados en la Cofradía de Caballeros Cambiadores.

            Era también conocida como Cofradía del Cirial, por la costumbre de mantener siempre encendidas tres velas en el cirial situado entre los dos coros de la capilla mayor de Santiago. Otras denominaciones eran Cofradía de San Ildefonso, en honor a su patrón, y Cofradía del Año Nuevo por ser el día en que se renovaban sus cargos directivos. Era el gremio más numeroso y floreciente de la ciudad y gozaba de gran prestigio.

El gremio se encargaba de facilitar el cambio de las monedas de los peregrinos para que nadie abusase de ellos; además actuaban como prestamistas y depositarios de dinero. Otra actividad tradicional era la de asistir cada domingo a la apertura de las alcancías habilitadas para limosnas existentes en la Catedral, pues la abundancia de monedas extranjeras hacía necesaria su intervención.

En una primera época las mesas de cambio estaban instaladas en la puerta que se conocía como “puerta das cambias” o Puerta de la Azabachería. Posteriormente se concentraron en la “rúa da Moeda Vella”, calle que sigue existiendo en la actualidad, en la zona de la Puerta de Platerías. Los asalariados que estaban al frente de las mesas de cambio recibían el nombre de “tabolajeiros”.