El anonimato de los peregrinos

            Una característica fundamental de quienes emprendían y emprenden El Camino, era su anonimato, su pequeñez, la carencia de interés para los demás sobre sus motivaciones y circunstancias personales. De ahí que la mayoría de ellos, ya fueren los pioneros del período dorado de la Edad Media, o los contemporáneos, caminaran, cumplieran su objetivo de postrarse ante el Apóstol y regresaran a sus lugares de origen, sin dejar huella alguna, porque cada una de las que ellos iban dejando era hollada inmediatamente por otro peregrino tan anónimo como ellos.

Sin embargo, son esos peregrinos anónimos los que han hecho el Camino a lo largo de los siglos. El cancionero popular, cantado por juglares, trovadores y ciegos, ha recogido de forma sencilla ese carácter popular, anónimo y humilde de la inmensa mayoría de los peregrinos:

Mi santo Apóstol Santiago

este año allí no voy;

por la falta de dinero

mucha gente se quedó.

            Tan solo dejaron huella merecedora de ser documentada, personajes extraordinarios, tales como reyes, nobles o clérigos con alguna dignidad reconocida. Vázquez de Parga aporta documentación de algunos de estos peregrinos históricos y pioneros:

-San Evemaro, obispo de Frisia, Países bajos, habría sido el primer peregrino notable, suceso que tuvo lugar el año 850, según José Ramón Flecha.

-Godescalco, obispo de Le Puy-en-Velay (Francia), que peregrinó en torno al año 850 y está considerado como el primer peregrino;

-Guillermo X de Aquitania, que falleció en Compostela el viernes santo del año 1137, personaje escondido en el romancero gallego bajo el nombre de Don Gaiferos de Mormaltán.

-Cesáreo, abad de Santa Cecilia de Montserrat, que culminó su viaje entre los años 956 y 959 y pasa por ser el primer catalán que llegó al sepulcro del Apóstol;

– Raimundo II, marqués de Gothia y conde de Rouergue, que fue asesinado el año 961 mientras hacia el Camino, sin que nos hayan llegado detalles de tan trágico suceso;

– Simeón de Armenia, eremita, que atravesó Europa para postrarse ante los restos del Apóstol a finales del siglo XI;

– Luis VII de Francia peregrinó a Santiago tras regresar de la III Cruzada, o Eduardo I de Inglaterra, por citar sólo algunos, pues más adelante se hablará de otros ilustres peregrinos.